HeyupConecta
#TinyButMighty 🛟
😆✌️
🧠📹 “No es solo una cámara de seguridad… me salvó la vida (y de paso, la reputación familiar)”
Cuando tenía unos 5 años, todavía creía que era invencible. Ya sabes, ese nivel de arrogancia que solo tienen los niños que no han descubierto que el agua puede matarte. Estábamos de visita en casa de mi abuela…sí, esa casa con olor a pan dulce, santos en las paredes y cloro en el alma… y claro, tenía una alberca. 🏊♂️
Una deliciosa, brillante, y tentadora alberca… que venía con una regla sagrada:
“Ni se te ocurra meterte sin un adulto.”
Spoiler: la rompí.
Mis papás se habían ido de compras, y yo me quedé solo con mi abue. Ella se distrajo un rato (seguramente luchando con un shampoo de 2 litros que decía “extra suavisante”), y yo… pues nada, me lancé como si Michael Phelps me estuviera esperando. 🏅💦
Nadé. Me lucí. Me sentí Aquaman.
Pero la realidad me dio una bofetada de cloro: me cansé, los bracitos se rindieron y me hundí justo en la zona honda.
Sí. La ironía: me estaba ahogando en mi propio ego. 😵💫
Pataleaba, pero parecía más un mixer. Gritaba, pero lo único que salía eran burbujas existenciales.
Hasta que…
🎥 La cámara. La bendita cámara.
Mi abue, saliendo del baño como una ninja con chanclas, vio el drama en tiempo real desde el monitor.
No pensó. No dudó. Corrió, me sacó, me revivió, y luego me soltó el regaño más corto pero efectivo que he recibido:
“¿¡Quieres morirte, niño!?”
(Aunque con ese abrazo largo, parecía más una descarga emocional que una amenaza.)
Desde ese día, cada vez que veo una cámara de seguridad, no pienso en vigilancia.
Pienso en rescate. En segundos que cambian todo. En abuelas con reflejos de superhéroe.
📹❤️ Porque no todo lo que graba espía… a veces, también salva.
Y sí, sigo amando las albercas…
Pero ahora entro respeto, y chequeando primero que la cámara funcione bien, no vaya a ser que me pase otra vez. 🙃 (Si, está ves ya puedo asegurar que se nadar 😆)
Así es, está historia fue sobre la cámara de seguridad y mi abu salvando mi trasero.
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